Con un poquito de retraso, pero nuevamente aquí estoy esta semana para aportar mi granito de arena al Carnaval creado por Trimadre a los 30
La palabra "breve", cuyas primera acepción en la RAE es "De corta extensión o duración"... quizá no sea la primera palabra que se te pase por la cabeza cuando piensas en la maternidad, pero es una sensación que te ronda mil veces sin que te des ni cuenta...
Como os digo, no fue la primera palabra en la que pensé cuando decidé participar esta semana con la B en el Carnaval. Primero pensé en besos, en belleza, bonito, bondad... incluso le pedí sugerencias a las grandísimas amigas que conocí en BBC: biberón, babas, Boba (la mochila portabebés que uso), balbuceos...¡incluso busto! Y os juro que sentí tentación de hablar sobre tetas, pero estando en ese estado permanente de duermevela en el que paso las noches desde que nació Pekachu, me bajó la inspiración: Breve.
Supe que estaba embarazada estando de 8 semanas. En ese momento parecía que faltaba muuuuucho tiempo para ser mamá. Cuando estaba cada mañana lavando los platos y tenía que irme corriendo al baño a potar, parecía que el embarazo se me haría eterno. Cuando mi tripilla era apenas imperceptible, parecía que jamás crecería. Sin embargo, de pronto me ví el hospital, empapada en sudor, agotada y embelesada mirando a mi bebé, y me di cuenta de lo tremendamente BREVE que me había resultado mi embarazo. De que ya no sentiría más esas patadas dentro de mí, de que mi tripa no daría más saltitos interminables cada día avisándome del hipo de mi pequeñajo, de que ya no seguiría mirándome de lado en un espejo llena de orgullo, y arrepintiéndome de las pocas fotos que me había hecho durante el embarazo (sí, me obsesiona un poquito el tema de la fotografía). Como os comenté en la entrada anterior, además aquí empezó a trabajar a pleno rendimiento la amnesia del embarazo, y no recordaba ese agotamiento, esa ciática y esa pubalgia que me habían hecho sentir que el embarazo era eterno... Ahora se me hacía tremendamente BREVE, demasiado breve, demasiado rápido, demasiado corto....
Una vez nacido mi pekémon, la cosa no mejoró, al contrario. Lo miraba y me preguntaba cómo sería cuando creciera un poco más, como sería su voz, cuándo empezaría a sonreir, a balbucear, a gatear, a decir "mamá"... Parecía que tenía prisa por verlo crecer, sin embargo su etapa de recién nacido fue tremendamente BREVE. Creció, lo ví sonreir por primera vez, oí sus primeros gorjeos, nos dió sus primeras muestras de cariño, cuando aprendió a arrastrarse por el suelo como un gusanito, cuando al fin descubrió cómo darse la vuelta.... aprendió a decir "adiós", a dar palmitas, a gatear correctamente, a caminar agarrándose a todo cuanto pillaba... Y todo pasó sin darme apenas cuenta... para mí era sólamente un día, un mes, un año... ¿qué es un año para la vida de un adulto? Sin embargo, para un bebé... es mucho, mucho tiempo, y son demasiados los cambios que se producen en su vida para un espacio tan breve de tiempo.
Está a punto de cumplir los 15 meses, cada día es menos bebé, y es más niño, y su etapa de bebé ha sido tan, pero TAN BREVE, que duele sólamente pensarlo. Cada pequeño avance que hace, cada pequeño pasito en su crecimiento, me llena a la vez de tanto orgullo y tanta pena... porque ahora le veo esa cabecita llena de pelo que ya se empieza a enredar y me da pena recordar cuando era un peloncete y yo me preguntaba cómo sería su pelo... Ahora le veo esos dos dientecitos, y deseo que le salgan más para ver cómo será su sonrisa, pero a la vez echo tanto de menos esas encías rosaditas... Ahora lo oigo parlotear en su propio idioma, y aunque estoy impaciente porque diga sus primeras palabras, echo tanto de menos esos ruiditos de cuando no sabía controlar sus cuerdas vocales.... Y ahora que lo veo caminando sin cansancio cogido de mi mano y lo intento motivar cada día para que se suelte, echo de menos cuando era una bolita de carne rosadita en mi regazo que apenas lograba mover sus brazos.
Así que esta es una de las cosas que siento sobre la maternidad, lo tremendamente BREVE que es, porque aunque siempre estemos ansiosas por ver a nuestros hijos crecer, estoy segura de que, incluso cuando seamos unas viejitas esperando la visita de nuestros nietos, tendremos la sensación de lo breve que ha sido todo, de lo rápido que ha pasado el tiempo, y de que teníamos que haberlo aprovechado más.
Y os dejo la definición de Breve del Criador, que al final se ha parecido mucho, pero os juro que lo hemos hecho de forma independiente sin hablar sobre ello, ¿eh? :P
La paternidad de la A a la Z: B de... Breve
Breve. Cuando tienes un crío te das cuenta de la verdadera velocidad del paso del tiempo. Los 15 años antes de tener a Pekachu fueron una nota a pie de página en mi vida - 15 años en los que no soy capaz de recordar cambios físicos, emocionales o sociales salvo por los más importantes. La vida pasaba perezosamente, con un hito aquí y un acontecimiento allá, pero sin que su pasajero se diera cuenta de su pasmosa velocidad. Como un planeta en órbita.
Ahora que Pekachu está entre nosotros me doy cuenta de lo vertiginoso que es el paso del tiempo. Cada día hay cambios. Hace poco más de un año Pekachu retozaba en su cuna todo el día, ajeno a todo lo que había a su alrededor salvo los cinco minutos cada cuatro horas que había que alimentarlo. A los pocos meses empezó a arrastrarse por el suelo torpemente, sonriendo a todo cuanto encontraba a su paso. Casi sin darnos cuenta empezó a gatear y a perseguir a los perros imitando sus ladridos. ¿Que hará mañana? ¿Se pondrá de pié? ¿Dirá papá o mamá? ¿Como nos sorprenderá? ¿Somos conscientes de que antes de que nos demos cuenta estará en el colegio, se echará novia (o novio) y tendrá sus propios niños que le fascinen?
La vida es breve, y lo más sorprendente de todo es que ha sido un bebé el que nos enseñara algo tan simple.